viernes, 25 de noviembre de 2011

De camino a Bolivia


















Llegó el momento de despedirnos del Perú. Lo hacemos convencidos de que volveremos y trataremos de pasear nuestros traseros por los muchos rincones de Perú que nos quedaron por ver. Era el momento de seguir hacia Bolivia.
Para variar andábamos excitados. Nos esperaba un nuevos país. Bolivia aguardaba con los brazos abiertos.
Desde el principio de nuestro viaje, Bolivia era uno de los puntos fuertes, probablemente el país al que más ganas le teníamos y en el que más días teníamos previsto invertir. También era el último país que pisaríamos juntos Andy y yo, el último sello en nuestra colección.
Entramos en autocar, vía Copacabana. Conseguimos instalarnos en un buen hotel a precio de risa. Bolivia es sin duda el país más económico de Sudamérica.
Todo pintaba bien….estábamos donde queríamos y andábamos ansiosos de quemar la suela de nuestras playeras por tierras Bolivianas.
Nos sorprendió ingratamente el trato distante y poco cordial. Quizá fueron las expectativas o que Colombia y Perú pusieron el listón altísimo a nivel humano. Hoy, desde la distancia, me doy cuenta de que fue una mezcla de todo. Es de ley añadir que Bolivia requiere su tiempo, no es precisamente un país al uso.
Copacabana en sí es un lugar súper turístico. Sirve como puerta de entrada a Bolivia y es el punto de partida para visitar la isla del Titicaca boliviano.
Después de analizar diversas opciones para visitar las islas, nos decidimos por la más sencilla: una visita de medio día a la isla de Sol, la isla que vio nacer la cultura Inca.
A pesar de que nos habían advertido de que el lado peruano era más bonito y más auténtico, queríamos juzgarlo con nuestros propios ojos.
La isla del Sol me pareció un auténtico fake. En fin, un parque temático que ha derrumbado el encanto de la isla vendiendo su alma a internet cafés y miles de hostales y restaurantes.
De Copacabana fuimos en un bus hacia la Paz. Sobre la Paz, entre otras cosas, habíamos leído que era una ciudad muy agobiante a causa de la altura y el caos. A nuestro parecer no fue para nada estresante. La verdad verdadera es que la disfrutamos, la Paz es una ciudad a la que le tengo un cariño especial.
Quizá porque nos dejamos maravillar por su mercado de la hechicería, regateando céntimos de euro con suvenires extravagantes; quizá porque le dimos un regalo a nuestro paladar engullendo todo el sushi que pudimos donde, según dicen, es uno de los mejores restaurantes japoneses de Sudamérica (el Ken Shang). Sin acercarse a un Koy Shunka o Yasima o un Icho, debo decir que salimos súper satisfechos.
En la Paz evitamos la Death Road, uno de los tours que más turistas atrae. Básicamente, consiste en subir en furgo hasta unos 4500 metros y descender hasta unos 2000 en bicicleta.
Nosotros nos dedicamos a patear literalmente cada unas de las esquinas de la ciudad que entre mercado y mercado, plazas, barrios coloniales, museos, peñas, suvenires, protestas sociales, etc., hicieron que nuestra estancia fuera de lo más placentera.
Después de la Paz nos dirigimos hacia Sucre.
Vale la pena destacar el pequeño incidente que vivimos. Andábamos Andy y un servidor en un bus nocturno, camino a Sucre. Se preveía que el viaje durara unas 12 horas. Total que andábamos ya dormidos y, de repente, al abrir los ojos, nos dimos cuenta que nuestro bus no avanzaba… arghhhh fuimos víctima de un bloqueo de los mineros en la carretera. En Bolivia se ve que esto es famoso. Nosotros íbamos sin comida ni agua, y el bloqueo prometía durar unos 3 días. Si más. En la carretera la gente andaba montando hogueras improvisadas tratando de entrar en calor...mareas de gente corriendo en masa sin dirección concreta y cada persona a la que peguntábamos nos daba una información distinta…imaginaos el panorama. Por suerte, una vez más, gracias a la Guadalupana, o a quien fuese, fuimos otra vez “iluminados” y el bloqueo duró tan solo 12 horas. 12 horas parados en una carretera en medio de la nada, ja ja ja. Ahora río, pero en aquel momento vivimos el tema de forma intensa.
Sucre nos la tomamos con mucha calma y delicadeza. Básicamente es una preciosidad de ciudad colonial, repleta de historia. Historia de la cual tratamos de empaparnos, Andy y yo, todo lo que pudimos.
Os echo mucho de menos pero no tanto para volver.
Love
Willy

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Inseguridad. Verdades, mitos y paranoias



Debo reconocer que, al partir hacia las Américas vine cargado de paranoias, prejuicios, miedo y ultra prudencia.
Las noticias que llegan a España de estos lares no son precisamente esperanzadoras. Más bien, solo llegan noticias trágicas, que narran historias de asesinatos, secuestros exprés, narcotráfico y mafias varias.
No negaré dichas evidencias ni haré el papel de abogado del diablo ya que estaría perdiendo el tiempo desde el segundo 0. Que hay marrones, que la situación es más complicada que en Europa, seguro. Que te conviertas en un blanco fácil nada más pisar estos países, falso.
Los datos previos y las experiencias de otros viajeros hacen que uno llegue a desconfiar incluso de su propia sombra.
En mi mochila cargo diversos objetos: Un ojo de Estambul (cortesía de Laia), una piedra de mi madre, en México me hice con una Guadalupana y en Perú con un collar que venero como mi más preciado tesoro.
Todos ellos los llevo como amuletos, por si las moscas. Ok… pero déjenme explicarles que en verdad soy cero supersticioso, que no creo en eso de que si un gato negro se cruza en medio de tu camino ya estés muerto y que no se pueda uno servir de una camisa amarilla si sube encima de un escenario. Créanme, es así.
Centro y Sudamérica ,por el momento, no me está pareciendo extremadamente hostil. En todo caso, nada comparado a toda la info previa recopilada en periódicos, foros de viajeros, blogs, amigos y demás fuentes informativas.
Claro está que existen sustanciosas diferencias con el mundo que uno está acostumbrado a pisar. Con esto no estoy juzgando y, por favor, que nadie se sienta ofendido por mis palabras. Existen ciertas normas implícitas que si uno las cumple reduce un alto porcentaje la probabilidad de mala vibra, aunque evidentemente la posibilidad siempre existe. Y seguramente la consecuencia del peligro, en caso de que lo hubiera, puede ser mucho más trágica que en Barcelona.
Existen ciertas normas que, tras 4 meses y pico de viaje, a uno ya no le sorprenden: que existan zonas rojas que hay que evitar, ciertas calles o barrios intransitables, evitar la calle a ciertas horas de la noche o andar con mucho ojo con el taxi que uno agarra, tratar de escoger un hostal en una zona tranquila. Algunas de ellas les parecerán de sentido común y es que no se necesita mucho más para poder sobrevivir en el otro lado del Atlántico o en cualquier otra parte del mundo.
Vivir con la paranoia al peligro no es sano pero la imprudencia se puede pagar cara.
En México, les conté, hay que saber qué taxi es seguro y cual no; en fin, yo agarré de los dos. En Panamá recuerdo cómo un policía uniformado, armado con una metralleta que daba miedito, nos dijo que mejor no continuáramos nuestra dirección, a nuestra obvia pregunta de¿por qué?, sin tartamudear respondió: “ si siguen, les pelan”. En Bolivia dicen que están los mejores carteristas del mundo (será por pura supervivencia). Todo el mundo habla de los enormes peligros que uno corre al andar por tierras colombianas, y a cuantos ilusos he escuchado decir que se saltaban tal preciosidad de país por el peligro que corrían sus espaldas.
En fin, la única vez que sentí peligro real fue paseando solo por las calles de Managua, donde hasta los perros parece que respiren hostilidad. Bueno va… y, siendo generosos, en Bolivia con Andy nos medio giñamos en un taxi.
Por todo lo demás es recomendable llevar siempre lo mínimo encima. Salvaguardar su pasaporte en el hotel y tratar de llevar siempre una pequeña cantidad de dinero para saciar el ansia del ladrón.
Mientras escribo estas líneas trato de tocar toda la madera posible a mí alrededor, incluso el serrín de mi cerebro. Uno nunca sabe.
Pero oigan, hablando sinceramente y en serio, la verdad verdadera es que de momento a mí me han regalado mucha más honestidad, humildad, honradez, sonrisas y buenas vibras, en sus distintas formas de expresión, que cualquier otra cosa.
Sigo prudente y cruzando nuevas fronteras. En una semana salgo de Nicaragua para Honduras y Guatemala deseoso de más amor y nuevos paraísos que conquistar.

Os echo mucho de menos pero no tanto para volver.
Love
Willy

lunes, 14 de noviembre de 2011

Lago Titicaca. Camino a Bolivia.











El lago Titicaca divide Perú y Bolivia, es el lago del mundo situado a más altura. En Perú dicen titi para Perú y caca para Bolivia, chiste fácil, sí.
La puerta de entrada al lago es la ciudad de Puno. Esta tiene poco más que ofrecer a parte del tour a las islas. Nosotros decidimos hacerlo por nuestra cuenta y nos salió perfecto.
La primera parada son las extra turísticas, pero no por esta razón menos interesantes y exóticas, isas de Uros. Un conjunto de islas artificiales construidas con un material cuyo nombre se me pasó por alto. Tienen un largo de unos 25-50 metros de diámetro y están todas habitadas. Son islas casi auto gestionadas, con idioma mater quechua. Sus habitantes viven prácticamente del turismo que acude en masa, atraídos por los estrafalarios habitantes y su diferente forma de vida.
Desde allá continuamos con nuestra barca hacia la isla Amantaní. Allí nos esperaba la familia que nos acogería durante un día entero.
En nuestra casa no había electricidad, ducha ni cualquiera de esos básicos en los que podamos pensar. El baño más próximo quedaba a unos 50 metros… solo para que se hagan una idea.
Viven con menos del mínimo de nuestras comodidades; por eso mismo se generan menos necesidades.
Bajo mi punto de vista, viven con mucho menos y están infinitamente menos preocupados y mucho menos estresados. No me atrevo a utilizar el término felicidad, ni tan solo creo en que sean más o menos felices. Es un término taaaaan relativo y yo…un ciudadano de a pie…sin licencia para tal, nunca me atrevería a realizar un mal uso de esa palabra.
El hombre de la familia es quien nos acompañó y nos guió por la isla durante toda nuestra estadía e hizo de maestro de ceremonias. La mujer fue la que nos preparó las delicias locales en su rústica cocina de fuego a base de diversos vegetales, tales como la quinua, oca y diversas patatas.
Para que se hagan una idea, comen durante todo el año lo que producen sus tierras y solo prueban la carne en ocasiones muy especiales, unas 3 veces año. En la comunidad solo existe una familia con televisión y ni que hablar de internet. Su principal fuente de ingresos proviene del turismo. En la isla viven con el ritmo solar. Uno se levanta con la salida del sol y se acuesta con la puesta.
Por la mañana a las 5h30 nos esperaba un anciano para leernos el futuro con hojas de coca. Por lo general no creo en la “futurología” aunque sí tengo mucho respeto por estos ancianos y chamanes de conocimientos ancestrales; esa fue la principal razón por la que quise probar suerte. Sobre todo la idea era ver la parafernalia usada. Debo reconocer que sentí canguele ante la incertidumbre de mis próximas páginas en blanco.
Según él tendré mucha plata y un buen trabajo pero Rían no anda por la labor y tiene la mirada puesta en otro maromo…grrrrrrrrrrrr nooooooooooooooooooooooo.
De Amantaní fuimos para Taquile, subimos para el mirador y ya.
Amigos, aquí concluyen nuestras aventuras. Un país del que nos faltó mucho por ver, un país que seguro volveremos a pisar y, entonces, descubriremos algunos de los paraísos que nos faltaron por ver.
Les echo mucho de menos pero no tanto como para volver
Love
Willy

domingo, 13 de noviembre de 2011

Surf. Amor a primera vista.







Voy a tratar de medir mis palabras y haré lo posible para no parecer un loco desmedido, y para tratar de no apresurarme con mis sensaciones.
Los que me conocéis sabéis de sobra que regular mis palabras, en cuanto a emoción se refiere, es directamente imposible.
Cuando pensé en escribir el blog me puse una única norma: Wily vas a publicar siempre de forma cronológica. Pero, amigos, estoy tan emocionado, excitado y feliz que voy a saltarme mi norma. ¡Que coño! Las normas son para eso, para saltárselas cuando la ocasión lo merece.
Os sitúo. Ando en Nicaragua. Hasta hace 5 días ignoraba todo lo que tenía que ver con el surf; no sabía que llevaba un surfer dentro de mi esperando miles de olas. Una intuición me perseguía desde hacía años, Willy esto te gustará. De pequeño le di a menudo al skate pero nunca llegué demasiado lejos, es más mi skate terminó en la barbacoa causa de un susto que les di a mis padres ja ja ja; se me dieron siempre mejor los patines en línea. Eso sí, he subido bastante a la nieve con snowboard…antes de romperme por enésima vez un hueso, está vez el tobillo, en un accidente de moto que hizo que dejara cualquier deporte durante 3 años, inclusive los de riesgo menor.
Llegué a San Juan del Sur con la única intención de ver la costa del Pacífico, sin más.
Edgar, mi compañero de batallas, fue en parte el culpable de todo.
Fuimos para playa Maderas, sin tabla, sin intenciones. Yo quería ver el ambiente, algún buen truco en el agua y tomar alguna toña…. Ay amigos!!
De repente, llegué a la tienda y le dije literalmente al señor: mire, yo soy un cagado y un auténtico cafre, de formación profesional: “Rompe huesos”. .. si agarro una tabla de surf me lesiono seguro, así que ¿cree usted posible alquilarme un body board solo por un par de horas?…el sr con cara de extrañado y después de media hora de negociación accedió.
Coyote, tengo que decirte que pensé en tu mala experiencia con el bodyboard…uffffff.
Fue entonces cuando Edgar entró con la intención de alquilarse una tabla. Estaba emocionado y sus ojos brillaban al son de: Willy vamos a por ello, hay olas para principiantes.
Buena ola para aprender?? Mmmmm venga…vamos a por ello. Cambié el body board por un long board…un peaso de tabla que no sabía ni como meterla al agua, je je je.
Me metí en el mar y el milagro ocurrió…a la segunda ola andaba de pié encima de mi tabla haciendo el amor con una ola. Perder la virginidad fuñe indescriptible y no logro encontrar las palabras para describir tal sensación.
De repente la ola se acerca, puedes oírla, sentirla y puedes inclusive intuir su fuerza y cuando entonces agarras una… la acaricias, la sientes y terminas por hacerle el amor.
Mis dos primeras horas pasaron volando, me hice de notar (mucho). A cada ola de pié, grité, canté, bailé, posé.
Aquí es donde voy palante y amigos…tal cual, estoy seguro que mi vida tendrá un antes y un después del surf.
Tras cinco días de surf, ando con una herida en el pecho importante, causa del roce con mi tabla y probablemente de mi mala posición al remar hacia las olas. Tuve un par de sustos cañoncetes en los que salí del agua temblando y cagado de miedo pero siempre ileso. Sentí miedo, más de una ola consiguió que el hueso más remoto de mi cuerpo crujiera de forma salvaje pero amigos, quiero más y más y más….
Dicen que cuando agarras una ola no puedes parar, y yo lo corroboro.
Por aquí me han dicho muchos halagos: que si tengo un don, que si surfeo de modo natural y me han presentado sus respetos varios de ellos, tal cual.
No tengo idea si tengo ese don o no. Vaya, lo dudo. Probablemente la suerte del principiante ha hecho de las suyas. Sea como sea quiero más y más.
Cuando digo más me refiero a más surf, más olas y más grandes, más sitios que conocer.
Aprovecho para contaros que estoy completamente in love por tierras nicas. La gente en estos lares está deseosa de contar sus vidas, hablar de política y contarte su realidad. Sus parajes son dignos de la mejor postal. Sus parajes son dignos de la mejor postal y yo sigo siendo un suertudo y sigo disfrutando segundo a segundo está aventura.

Tiempo al tiempo, en breve os cuento más detalles.

Os echo mucho de menos pero no tanto como para volver.

Love

Willy

sábado, 5 de noviembre de 2011

Es tiempo de hacer balance.



Llevo 11 aviones, unas cuantas decenas de buses, algunos barcos y muchos kilómetros andados. Hasta ahora he cruzado 7 fronteras: México, Costa Rica, Panamá, Colombia, Perú, Bolivia y Nicaragua por orden cronológico. Estos datos son solo el principio del balance de mis últimos 4 meses de ruta por las Américas. Las siguientes líneas no son alardeo de fanfarrón, sino el relato de alguien que huyó en búsqueda de nuevas historias que poder contar a sus nietos, un enfermo que salió en búsqueda de paraísos que curaran algunas de sus penas y siguieran alimentando su sonrisa. Amigos, me convertí en un loco recolector de anécdotas, sensaciones y vivencias.
A día de hoy sigo sintiendo la misma excitación cada vez que armo mi maleta, ¡y la hago por lo menos unas 3-4 veces por semana! La sigo viviendo cada vez que cambio de ciudad, de país o incluso de hostal.
Por vez primera siento que esto ya termina, crucé hace un mes el ecuador. Aún con 2 meses por delante, con una Toña en mis manos, solo en Managua y a pocas horas de recoger a Rían en el aeropuerto, pensé que sería un buen momento para hacer balance de lo ocurrido en los últimos meses de mi viaje.
Es la primera vez que cruzo el charco, tengo una bonita colección de sellos en mi pasaporte. En estos meses me he sentido feliz, triste, enfadado, afortunado, aventurero, capaz, solo, acompañado, perdido, encontrado y reencontrado. He viajado un tercio del viaje con Rían, otro con Andy y acompañando puntualmente por Martí y Tria y ahora me queda la última parte, solo.
Llevo 4 meses fiel a mi Moleskiner, transcribiendo cada coma y repitiendo cada párrafo en mi blog para compartirlo con los que más quiero, con vosotros.
En estos 4 meses nadé en el caribe mexicano, costarricense, panameño y colombiano; en el pacífico de Costa Rica y en unas 4 bellísimas cascadas. He nadado, también, entre tiburones y hasta he pescado uno de ellos. Anduve por los andes peruanos y bolivianos. Visité 2 de las 7 maravillas del mundo: Machu Pichu y el lago Tiqui Taca. He trotado en caballo por el valle de Cócora y por los desérticos paisajes de Tupiza. He nadado en un lago en la cima del cráter de un volcán -el del Cerro Chato en Costa Rica. Me bañé en unas termas naturales a 5000 metros de altura en Bolivia. Me he vestido de minero en la ciudad más alta del mundo. He bailado con tormentas que jamás imaginé que podían caer del cielo. He contado estrellas y he viajado por la Vía Láctea. He catado miles de platos nuevos: gallo pintos, ceviches, ocas, camotes, etc. He comido en comedores humildes y en asadores que alardean ser el mejor del mundo. He perdido ya la cuenta de las puestas de sol, desde las mexicanas a las colombianas. Ya no se en cuántas camas he dormido, cuántos hostales he pisado ni cuánto dinero me han robado entre comisión y comisión.
He conocido decenas de viajantes y me han entrado en el corazón otros. He conocido nuevas formas de vivir, pensar e interpretar el mundo.
Me he descolocado y recolocado cientos de veces. He soñado cosas extrañas, he tenido miles de veces un mismo sueño repetitivo en el que le diagnosticaban a mi madre su último día de vida, cada vez de diferente modo pero con el mismo mar de lágrimas al despertar. Cientos de veces he pensado en qué quiero ser de mayor y aún no he logrado una respuesta. Alguna vez me he sentido lejos de casa, he echado mucho de menos mi Barcelona querida y he sentido que los puntos cardinales se entremezclaban produciendo, en alguna ocasión, sensación de vacío y perdida. Por suerte he sentido amor, complicidad conmigo mismo, he sentido compasión, entendimiento y me permití toda sensación. Lo mejor es que Rían y Andy que me aguantaron la mayoría de tiempo, estuvieron siempre a mi lado y, por qué no decirlo, yo con ellos.
Hoy es mi primera día en Nicaragua, a la espera de 4 días de dulzura, amor y carantoñas con Rían. Amigos, queridos…Joe’s…empieza una nueva parte de mi viaje. Tengo un mes y medio de ruta conmigo. El camino previsto es Nicaragua, Honduras, Guatemala y México. Sin estrés y con mucha calma. En unos le dedicaré mucho tiempo y en otros bien poco.
Sin plan, sin agobios, pero con miedo a lo que viene. Miedo al miedo. Y es que, amigos, les echo tanto de menos que no podrían ni imaginarlo…pero por el momento aún no quiero volver. Hagan el favor de venirse ustedes y compártanlo conmigo. En caso de que no puedan arreglárselas con el trabajo o su economía no se lo permita…vayan guardando unas lonchas de jamón, un buen quesito, un vermut, un buen vino y un poco de cava…todo en su buena medida, ¡que la vuelta hay que festejarla! Vendré arruinado así que les propongo un trato: ustedes ponen la comida y yo se la cocino y les alegro la tarde enseñándoles fotos y contándoles historias; luego se las pueden relatar a sus nietos...eso ya no es cosa mía.
Les echo mucho de menos pero no tanto como para volver.
Love
willy