A Cuzco llegamos por aire desde Bogotá con una escala en Lima.
Al aterrizar en aeropuerto de Cuzco mi maleta no aparecía. La etiquetaron a nombre de Gertrudis. Suerte la mía que llegó en el siguiente vuelo y el susto duró tan solo una hora. No tuve la bondad de comprobar la suerte de Gertru; no me lo tengan en cuenta.
Cuzco nos entró rápidamente, podrán ustedes sentir su magia, su plaza de armas, las vistas desde el Cristo Blanco, el mercado de San Pedro (donde disfruté, en dos ocasiones, de un delicioso zumo de zanahoria y un ceviche de trucha), etc.
Cuzco ofrece mil posibilidades, una visita guiada de un día por la ciudad, al Valle Sagrado o una infinidad de caminos hacia Machu Pichu -entre otras ruinas no tan conocidas.
Nosotros nos decidimos por una de las opciones más complicadas para alcanzar el Machu Pichu; somos Cunill ¡que se le va hacer!. 5 días y 4 noches de tour coronando el Salkantay a unos 4600 metros de altura. El camino empezaba en Mollepata, pasamos por Santa Teresa y acabamos en Aguas Calientes.
Los primeros 4 días teníamos un trek de 20 km diarios. Hicimos noche cada día a una altura distinta, 4000, 2900, 1900; dormíamos en carpa cada noche, hasta que por fin llegamos a una altura máxima de 4600 metros.
Teniendo en cuenta que nací en Barcelona, que la montaña más cercana a mi casa mide 400 metros de altura, y que me siento mucho más cerca del mar que de la montaña, el tema acojonaba.
Empezamos el trek el martes a las 5h de la mañana, estábamos emocionados y cagados de miedo a la vez. El grupo con el que íbamos y el guía nos dio muy buena onda desde el principio y encajamos perfectamente.
El primer día conseguimos nuestra meta: 20 km de caminata, vistas magnificas, conversaciones profundas con Enrique, nuestro guía, y en la cena, a 3900 metros de altura, empezaron las primeras bromas y el buen rollismo que reinaría el resto del viaje. Un matecito de coca y para el sobre.
El frío fue soportable y la noche la sobrellevamos a la perfección. Amanecimos con un cielo nublado, hacía frío y la lluvia amenazaba así que imagínense: a 4000 metros de altura con ese panorama y con 20 kilómetros por delante. Por suerte la primera parte del trek no fue muy complicada. La cosa empezó a cambiar al sobrepasar los 4300 metros aprox donde la altura ya hacía de las suyas. En esas altitudes las cosas andan mucho más lentas y el aire parece que falte constantemente, la sensación de cansancio aumenta y las fuerzas minan.
El remedio natural usado por los indígenas es pichar coca, así que nos dejamos llevar por eso de “allí donde fueres haz lo que vieres”. Mascamos varias veces para soportar el mal de altura que, en todo caso, nunca fue excesivo.
La cumbre fue maravillosa; cansados, exhaustos, pero en la cima…los hermanitos lo conseguimos, orgullosos, llenos de júbilo y sonrientes nos hicimos unas 300 fotos con la marca conseguida, y os aseguro que la euforia no era para menos.
Nuestra alegría duró bien poco tras cambiar repentinamente el tiempo y girarse un temporal de nieve, viento, lluvia, niebla y demás elementos que nos dificultaron el humor y la bajada.
La bajada estaba prevista en unas 3 horas, los hermanitos la bajaron a toda leche y tardamos no más de una hora y treinta minutos. El afán por no mojarnos, el miedo a congelarnos y el ansia por llegar a un sitio donde estuviéramos a salvo de todo fenómeno meteorológico adverso hizo que nos apresuráramos en nuestro camino.
Tras llenar el estómago y secar tanto como pudimos nuestros calcetines y el resto de la ropa, aprovechamos una pequeña tregua y continuamos nuestra hazaña.
El tiempo fue totalmente distinto al de la mañana, ahora caliente, seco, sin viento y con paisajes totalmente distintos. En esta ocasión nos acompañaba el rugir del agua que bajaba de las cimas. Parecían ríos de lavaba que remojaban la montaña en búsqueda del cauce final donde desembocar toda su rabia.
Fue justo al llegar al punto de encuentro cuando empezó a llover; así que mientras esperábamos al resto del grupo fuimos destapando botellas de cerveza y comentando el día.
Nos dijeron que la tercera etapa sería la más dura debido a la resaca acumulada por los km andados los días anteriores, pero para Andy y para mi fue pan comido. De hecho, ya con la distancia de algunos días, solo recuerdo la llegada a las hot spring naturales y poco más. Decidimos regalarnos un merecido descanso en unas piscinas naturales donde hervía agua de las profundidades de las montañas.
El resto del día lo pasamos practicando nuevas técnicas para destapar botellas de cerveza. Sin TV, sin electricidad, sin internet no hay nada mejor que hacer que conversar, contemplar y disfrutar de la compañía.
El último día, rumbo a Aguas Calientes, puerta de entrada hacia el Machu Pichu, hicimos un precioso paseo por la vía del tren –al que se le pesaban los kilómetros acumulados. El Machu Pichu, majestuoso, nos acompañó todo el viaje desde las alturas. Una vez más nos regalamos unas hot springs para relajar nuestros tupidos músculos e hicimos la clásica cena de grupo en la que comentamos las ansias de visitar Machu Pichu y los retos que el camino nos había regalado.
El guía estuvo apunto de arruinar nuestro sueño cuando entregó todos los tickets de acceso menos los nuestros. Afrotunamdamente todo se solucionó a la mañana siguiente a las puertas de Machu PIchu.
El caramelo final nos esperaba. Tras una caminata de una hora y media de escalinatas conseguimos llegar a nuestro destino.
Quizá fueron las pocas expectativas con las ruinas o el duro trayecto, pero la verdad es que nos iluminó desde el primer hasta el último minuto.
Al llegar las nubes cubrían las ruinas y poco a poco se fue despejando de forma mágica hasta que pudimos ver a ciudad entera en toda su plenitud.
Andy y un servidor terminamos por disfrutar de las ruinas de forma individual, fruto de una tontería que terminó por agrandarse más de la cuenta… no hay que preocuparse, es lo que tiene, a veces, compartir tantas y tantas horas, ser de carácter impulsivo y explosivo y ser hermanos. Sea como sea, finalmente los dos vivimos la magia de Machu Pichu.
Es enorme contemplarlo desde diversos ángulos y dejarse llevar por su magia, fantasear en cómo vivían sus habitantes, liberar la mente.
Si van a visitar Machu Pichu tienen miles de opciones, distintos tours, diversas maneras de acceder; unas requieren de más aventura, otras de más o menos tiempo. Sea como sea, el único consejo que puedo darles es que lleguen bien temprano a las ruinas y así podrán disfrutarlo al máximo.
Les echo mucho de menos pero no tanto como para volver.
Love
Willy
No hay comentarios:
Publicar un comentario