lunes, 19 de septiembre de 2011

Backpacker backoffice



Antes de empezar con esta reflexión os diré que soy plenamente consciente de lo afortunado que soy, y que gozo de mi suerte tanto como puedo.
Me excita cruzar fronteras, ver las estrellas desde perspectivas distintas, oler diferentes tipos de comida, saborear acentos diversos, maravillarme con los que no tienen nada y te ofrecen todo, descubrir parajes cuyos nombres ni conocía. Me abruma no saber dónde estaré la semana que viene.
Sobre todo, y lo más importante, es que soy plenamente consciente de que estoy haciendo lo que siempre quise hacer. Un recopilatorio de aventuras, experiencias y sensaciones que ya siempre estarán conmigo y, lo mejor, un montón de experiencias, aventuras y sensaciones aún por llegar.
Hoy escribirlo, recordarlo y asumirlo me relaja.
Llevo 2 meses y medio fuera de casa, nunca antes había estado tanto tiempo lejos.
Llevo 2 meses y medio cerrando y abriendo mi maleta, vistiendo las únicas 4 camisetas que llevo, los mismos pantalones, duchándome en baños sin agua caliente y con camas con los muelles rotos, compartiendo baños encharcados, andando con sandalias por manía a ir descalzo, durmiendo con tapones en los oídos para refugiarme de los ronquidos del vecino del vecino de litera, o del bullicio bar de la pensión que está justo debajo de mi almohada.
Podría continuar explicando que hace una semana que me pica todo el cuerpo y que no consigo quitar la arena de mis calzoncillos.
No es que esté negativo o maldiciendo el viaje, solo expongo la parte que no se ve en las fotos ni en las postales paradisiacas: el back office del backpacker. Tampoco quiero que se compadezcan de mí, ¡nada de eso!
Hace dos días que ando melancólico y sueño con una bandeja de quesos y embutidos, acompañados de pan de coca de l’Empordà untado con tomate y rociado de un buen aceite de oliva. Ni se imaginan la cantidad de saliva que sale de mi boca tras escribirlo.
Sueño con mi cama, sábanas limpias. Si está Rían al ladito mucho mejor. Sueño con una blanca en el Ramón o un buen vino en el Marino, con darme un paseíllo por el centro, hacer unas compras en el Mercat de Santa Catarina y luego cocinarlas. Echo mucho de menos un buen vermout, vaya que tontito tampoco soy.
Y es que cuando uno está lejos de casa, sin las comodidades habituales, es cuando valora las pequeñeces del día a día que tan bien acostumbrados nos tienen y que tan poco valoramos a menudo.
Hoy más que nunca les echo de menos, pero no tanto como para volver.
Love

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Sueños, sueños son...




Hoy volví a soñar con ella, contigo, con Mumy. Apareció otra vez, me volviste a decir adiós, me pude volver a despedir de ti.

Lloré, ella no. Tú no llorabas. Me abrazaste, me abrazaba fuerte, duro y dejaste de respirar, dejó de abrazarme. Perdiste la fuerza y te fuiste, se fue.

Ya van 3 veces, 2 en México y 1 en Panamá. Despierto llorando, las lágrimas caen con fuerza, mi cama. La cama de un hostal barato, en una ciudad desconocida, ruidosa y sucia, desubicado y perdido.
Sueño con que le quedan unas pocas horas y tengo poco tiempo para despedirme, no sé qué hacer ni como reaccionar y despierto. Llorando y desubicado.


Sueños, sueños son

jueves, 8 de septiembre de 2011

Kuna yala .- The Paradise .-













Empezaré por el final y lo haré con una frase concisa, tajante y verídica… he conocido el paraíso y les contaré dónde está para que vayan.
Archipiélago de San Blas, 340 islas, casi una por año. Imagínense una isla de 100 metros, agua cristalina, arena blanca y repleta de palmeras cocoteras; al lado, al frente, detrás, más islas pequeñas con una sola palmera o llena de ellas.
En la playa, a 15 metros, un arrecife de coral y peces multicolor; en la isla unas 6 hamacas, una cancha de vóley sin pelota, nuestra cabaña y poco más.
En San Blas se trataba de relajarse, alucinarse y encontrar aguas cristalinas color turquesa para hacer fotos insanas y envidiosas aunque no lo conseguimos. Lo de las fotos digo, o sí… Creo que no hay objetivo digno de retratar tan magno y bello paisaje o quizá debería decir todo lo contrario. Nunca fue tan fácil construir y fabricar postales.
Ok empiezo…sé que todos lo están deseando.
El destino hizo que nos cruzáramos en Panamá City a Christophe y Josephine y Liam, y pudiéramos compartir el paraíso.
Para llegar a San Blas desde Panamá hay que hacer un primer tramo en 4 X4, por una carretera aceptable; aprox. 3 horas. Luego, en Miramar, hay que agarrar un barco hasta la isla de turno, el trayecto dura aproximadamente 1h 30 min. Para los que hayan estado, quizá fueron por cartí y solo hicieron 25 minutos de lancha pero la carretera ahora está cerrada, de manera que solo se puede entrar por Miramar.
Prácticamente al salir del 4X4 empezó a llover como pocas veces he visto. De las barcas que llegaban de las islas, bajaban los turistas tiritando de frío y con cara de haberlo pasado realmente mal, brrrrrrrrr
Seguimos las indicaciones de los patrones, ¡qué remedio!, y esperamos ansiosos nuestro turno.
Por miedo a quedarme con el pasaporte y demás enseres técnicos deshechos, compré unas bolsas de basura para impermeabilizar mi casa portátil y, a la orden, subimos al barco.
La lluvia aún caía tímidamente, los demás tripulantes y yo andábamos inquietos. A medio camino el motor hizo aguas. Imaginen mi cara, lloviendo, tiritando, sin seguridad alguna de llegar a la isla con alguna parte seca de mi maleta.
La situación era la siguiente. La lluvia nos daba fuerte, andábamos mojados, mi maleta estaba resguardada por una triste bolsa industrial de color negro, deambulábamos en medio de la nada, mi mala hostia crecía al no recibir una respuesta positiva del capitán: “Creo que es la bomba de gas friend” “Creo???” grrrrrrrrrrrr Creo nunca es una buena respuesta…al menos no es contundente je je
Como no podía ser de otra manera la Guadalupana apareció de nuevo y nos sacó del marrón. Tras 3 intentos fallidos del motor apareció una embarcación con un pibe que consiguió repararlo.
Después de 10 horas, 10 rudas y desesperantes horas, llegamos a una preciosidad de isla. Nos recibieron con un, “ustedes han venido a disfrutar, no se preocupen agarramos las maletas nosotros”. Al poco rato nos enseñaron un cubo repleto de langostas y centollos, nuestra cena mmmmmmm
Sí, 10 horas de viaje, algunas de ellas bajo el viento y la lluvia, no me quejo no. Si este es el peaje para llegar al paraíso lo pago de nuevo mañana mismo.
No fue hasta al día siguiente cuando apreciamos la magnitud del paisaje.
Ina, el propietario de las cabañas dónde nos hospedamos, fue el encargado de hacer que nuestra estancia en la isla fuera de 10.
El primer día nos llevó de pesca y la verdad es que fue una de las mejores experiencias de mi vida, y no es para menos!! Pescamos un tiburón, un tiburón!! La descarga de adrenalina fue brutal, bestial!! Un tiburón¡!
También conseguimos pescar una langosta, la más grande que he visto jamás. Los que me conocéis seguro que no os costará imaginar mi cara de flipe y los gritos de emoción que solté, yo, mi bro, Cristo, Josephine y Liam.
Llegamos a la isla shoqueados, gritando: “Hemos pescado al tiburón!!” Orgullosos de nuestra pesca, decidimos inmortalizar el momento e hicimos mil fotos, diez mil poses distintas, ahora solo, ahora todos, bla bla bla
Todo ello fue servido a la hora de cenar. Para la cena se unieron una pareja encantadora from the Basque Country, Olga y Alberto, junto con Mariana y les contamos con orgullo nuestra azaña.
Los 8 hemos estado todo el tiempo boquiabiertos y felices. Hemos compartido langosta, aguas cristalinas, colores turquesa, cielos repletos de estrellas, hermandad, cariño y puestas de sol, unos cuantos litros de Ron y el convencimiento de haber pisado el paraíso.
Podría contar los detalles de cada excursión, que esnorqueleamos un barco hundido, que vimos los corales más bonitos que jamás he visto, que durante 4 noches hemos comido marisco de calidad y que nos hemos emborrachado prácticamente cada noche…pero seguro que me dejaría comas, puntos y a parte y miles de detalles por contar. Hagan que su imaginación vuele y se acercaran, seguro.
Con Andy quisimos homenajear a la Clabu, así le gustaba llamarse a mi madre y mientras la puesta de sol nos maravillaba y nos regalaba un precioso naranja esparcimos emotivamente parte de las cenizas de nuestra madre.
Ya veis, todo sigue. Los días pasan, hoy cumplo 2 meses de viaje y no quiero pensar en la vuelta. Sea como sea cuando vuelva sabré que el paraíso existe y yo estuve en él.
Christophe y Josephine y Liam ya os echo de menos! Cuidense guey y nos vemos en London y Barcelona como mínimo. Por unos días el mundo fue nuestro, por unos días compartimos el paraíso y eso no se olvida.
Os echo mucho de menos pero no tanto como para volver.
Love
Willy

martes, 6 de septiembre de 2011

Bocas del toro








En la frontera de Panamá tienen el business montado. Trataré de contarlo para que me entiendan. Si entras desde Costa Rica y solo entras para ver Bocas del Toro y vuelves a Panamá, que es lo que hacen la gran mayoría, te obligan a pagar un bus de salida del país, 14 dólares sí o sí. Andy yo saldremos de Panamá city hacia Cartagena de Indias (Colombia) el 9 de septiembre así que nos libramos del impuesto revolucionario.
En el colectivo de camino a Almirante conocimos a Pau, Marc y Ramón que formaron parte de la expedición Tornado por tierras panameñas hacia Bocas del Toro.
Escribo estas líneas mientras Andy le da a su Moleskiner, estamos en la estación de bus, nos dirigimos a Panamá City. Escribo con nostalgia, Bocas nos ha gustado muchísimo, pero sé que nos dirigimos hacia un nuevo paraíso: el de los Kunas en el archipiélago de San Blas.
Han sido 4 días en Bocas, 4 días de snorkeling entre corales fluorescentes, langostas y pececillos caribeños y alguna noche descerebrada en el barco hundido, un garito situado encima del mar con piscinicas interiores y salsa retumbando entre sus paredes de madera.
Sigue la calma, un poco de running por la playa Redfrog, resaca en la isla Zaptias, concurso de agujeros en la arena de playa Wizard en la isla de Bastimentos, cocinilla a 4 manos con un arroz caldoso de camarón y calamar pero, sobre todo, buena onda grupal y aventuras entre camaradas recién conocidos.
Panamá para mí era un lugar paso en el viaje, pocos días y ya. Pero finalmente estaremos unos 15 días, más incluso que en Costa Rica; el tiempo dirá si acertamos. De momento estamos convencidos de ello.
Estaremos 5 días desconectados, sin corriente eléctrica, sin Wifi, no teléfono, ni otras comodidades. Solo nosotros, un buen libro, ¿me abre el coco, por favor? Un bañito, escritura y buenas siestas.
Martí ya se fue…ohhhhhhhh
Os echo de menos pero no tanto como para volver.
Love
Willy

jueves, 1 de septiembre de 2011

Viaje a mis entrañas



A veces siento que necesito embriagarme de playas cocoteras, de nuevos y bonitos lugares. Necesito reorganizar y apaciguar mi alma. Siento que debo darle todos los caprichos a mi corazón y ser muy comprensivo con mi cabecita. Dejar que mis pensamientos vuelen libremente y aceptar los rayos y las tormentas tropicales que emanan en mí.
Necesito hacerme amigo del diabólico ser que enciende la centrifugadora cerebral y dispara los peores pensamientos imaginables.
Airearme funciona algunas veces; otras no. En ocasiones hace que me sienta más perdido aún, sin oficio ni beneficio, melancólico, pensante y tarotista. Jugar a adivinar el futuro no puede ser bueno, no.
Esa será mi lección de hoy: dejarme llevar, respirar profundamente, escribir mi diario y dejar que la escritura salga de forma automática.
Eso es, dejaré de pensar que estoy loco y me recordaré que estoy triste.
Seguiré disfrutando de mi viaje, mi viaje hacia mis entrañas, permitiéndome altibajos, altiplanos, ascensos, descensos y demás cambios emocionales y, cuando lo necesite, alzaré la mano y pediré ayuda.
Seguiré siendo consciente de la suerte que tengo de poder hacer este viaje y, a la vuelta, a la vuelta ya veremos. Lo importante es llegar siendo yo mismo y con la sonrisa marca de la casa.
Os echo mucho de menos, pero no tanto como para volver.
Love
Willy
pd: vamos para isla chico naranjo, está en el archipelago de San Blas (Panamá), no hay luz, no hay internet, sin telefono también, no hay más que unas cabañas, 50 metros de isla...estaremos 5 días desconectados. A la vuelta seré muy feliz con vuestros request.