martes, 30 de agosto de 2011

Costa rica, tica !!!













Como os contaba en el anterior post, mi llegada a Costa Rica estuvo precedida por una emotiva despedida con Ri en el aeropuerto del D.F. Pueden imaginarse los borbotones de lágrimas que salieron de nuestros castigados párpados. Tras unos 14 mil litros de lagrimal, 3 mil abrazos y 50 mil besos me embarqué dirección San José, Costa Rica.

El encuentro con Andy y Martí fue de lo más natural, como si no hubiera pasado ni un minuto desde nuestro último abrazo.

Si queréis aprovechar los días al máximo en Costa Rica hay que cambiar los horarios. El día debería empezar a las 6h de la mañana ya que a las 17h30 ya es totalmente de noche.

Alquilamos un jeep para la primera semana; sin duda, la mejor manera para moverte por Costa Rica. Habíamos oído que las carreteras por aquí andan un poco mal y está todo mal indicado. No diré que las carreteras son la hostia y sí, en alguna ocasión tuvimos que encender la tracción del coche, pero precisamente por esta razón todo el mundo cabalga con 4X4.

Salimos de San José dirección la Fortuna. Allí nos alquilamos una cabaña con vistas al volcán Arenal. Imaginad la estampa: unas cervecitas en la piscina y allí los 3 tornados, disfrutando de unas vistas de postal.

Por estos lares todo se paga y hay que seleccionar bien los tours si no quieres gastarte el presupuesto de tu viaje en los primeros 4 días.

Nuestra primera cita fue el Cerro Chato, un fabuloso trek de unas 2 horas hacia la cima del cráter. La gracia de esta excursión es que en el cráter, situado a unos 2700 metros de altura, hay un lago enorme en el que te puedes bañar. A mi me pareció un regalo divino para la vista.

Pauet, Guille: vaig pensar molt en vos…no haguessiu flipat ni res fent aquest trek, aupa Catacrack.

Para terminar la jornada nos bañamos en las cascadas de la Fortuna a pleno pulmón.

CR es un paraíso repleto de naturaleza en acción constante, volcanes activos, humeantes, desafiantes, bañados de miles de enormes y ruidosas cascadas; enmarcado todo en un verde paraíso en el que habitan millones de especies animales.

Tras dos noches en Arenal, fuimos dirección norte hacia las cascadas de Llanos de Cortés -la cascada que habría que visitar según la Lonely. Allí disfrutamos como niños de un hermoso baño y de un poco de tosteo solar en la playa de arena de la cascada.

Al irnos tuvimos el susto del viaje. Nos pasó la mítica. “Joes: quién tiene las llaves del coche?” Uuuuhhhhhhh…Todos con cara pasmo, blancos y sudorosos. La lluvia amenazaba y el estómago nos pedía a grito pelado algo de comer, pero las llaves no daban tregua alguna.

Decidimos reproducir cada uno de los pasos hechos con anterioridad en búsqueda de una pizca de suerte…y la tuvimos. Tengo que confesaros que viajamos los 3 con una virgen de Guadalupe, nuestro fetiche mexicano. Yo soy cero supersticioso pero el caso es que en esta ocasión, fuera la Guadalupana o la Pepita, apareció una chica que subía por el camino hacia nosotros con nuestras llaves.

Para curar el estrés sufrido con el accidente de las llaves decidimos relajarnos en las termas naturales de Guayacán y seguimos nuestro camino hacia Liberia.

Seguimos dirección norte hacia el parque nacional del Rincón de la Vieja. Allí visitamos el volcán y nos maravillamos con las fumarolas, las piscinas de lodo hirviente, blup blup…el volcán estaba vivo ¡!

Al terminar agarramos el coche dirección sur, 7 horas y media de carro para llegar al parque nacional Marino Ballenas. Hicimos base en Uvita, en unas cabinas que por 25 dólares por noche nos dejaron dormir. La primera noche la terminamos brindando con el campeón del concurso nacional de karaoke…no hagan muchas preguntas al respecto ja ja ja.

En Uvita estuvimos 3 días, uno de ellos lo dedicamos a su playa, bañito, relax, más relax. Otro hicimos un tour hacia la isla del Caño y, allí, 2 inmersiones; una de ellas con tiburones. Contamos por lo menos unos 8. Cuando preguntamos, por precaución, qué relación podíamos tener con los bichos, nos dijeron, literalmente, que en CR morían más personas por caídas de cocos de las cocoteras que de un ataque de un tiburón, je je.

Fuimos para san José a dejar el coche y cogimos un bus dirección caribeña.

Esto me fascina de este país, puedes bañarte en un mismo día en el Pacífico por la mañana y a media tarde en el Caribe.

En 3 horas y media nos plantamos en puerto viejo de Talamanca, nos alquilamos un apartamento con cocina por 25 dólares. Aquí lo ideal es alquilarse una bici e ir de playa en playa y tiro porqué me toca. Un día perfecto sería levantarse a primera hora, alquilar unas bicis y darse un paseo hasta punta Uvita, armarse con unas gafas y dejarse maravillar por los miles de peces y los increíbles paisajes que ofrecen los parajes caribeños costa riquenses, hacer 20 minutos de running descalzo por la playa, parar para mimar el estómago, y pasarse la tarde entera bebiendo cerveza y jugando al ping pong. ¿Que te entran calores?, ¡zasca! al agua y así 4 días enteritos, suena bien, ¿eh?

Después de 4 días en la costa caribeña decidimos hacer un cambio de país, mi tercero.

Es curiosa la manera en la que lo hicimos. Agarramos un bus hasta Sixaola, pueblo limítrofe con Panamá, allí tienes que sellar la salida del país e ir andando por un puente en el que hay una antigua vía de tren y firmar de nuevo en la entrada.

El viaje sigue. Estamos en Bocas del Toro y todo sigue su camino, la buena onda está con nosotros. Como estáis vosotros?? Contadme ¡!

Os echo de menos, mucho, pero no tanto como para volver.

Love

Willy

sábado, 27 de agosto de 2011

El defectuoso











Cuando alguien me pregunte por el DF, sin parpadear les responderé que el defectuoso es una ciudad sobrestimulante, en constante movimiento, de grandes distancias, es una ciudad de trato agradable, de enormes contrastes, de máximo lujo, de dura miseria; en el DF mejor no bajes la guardia, pero con los básicos que te cuente la gente puedes andar tranquilo.

Tenemos que tener en cuenta que es una ciudad situada a 2400 metros de altura, que habitan unos 20.000.000 de personas, así que ya puede imaginarse la cantidad de coches y de personas moviéndose a hora punta en un día normal. Masas de transeúntes currantes con prisa para llegar al laboro inundan metro, peseros y calles. Seguramente si lo viera la M30 o la ronda litoral les parecería un chiste en comparación.

No es una ciudad al uso, ni es una ciudad fácil. DF is burning, hierve constantemente. Todo huele, se mueve, grita, suena, retumba, incluso cuando no debería.

Pero les aseguro que tiene algo que engancha, que enamora… sí, claro, ya se lo que piensan, en mi caso tengo a Rían. Pero si, también tiene el zócalo, la plaza Garibaldi, Xocihimilco, sus parques repletos de gente amable dispuesta ayudarte sin replicar, el museo de antropología, Coyoacán, San Angel, mercados de artesanías, los tianguis, etc.

Algo que me impresionó fue la actividad comercial constante en el metro. Desde chicles a portapapeles, pelotas de plastilina o vendedores armados de bafles con un potente subufer haciendo sonar, a todo volumen, toda clase de recopilatas con 500 canciones en mp3. Incluso podrán encontrarse chavales colocados de pega jugando a ser faquires. Da igual la hora, todo vale, es constante, pasa uno y empieza otro. Recuerdo, con Ri, agotados a las 23h30 una vendedora: “ huevos mágicos, a 5 pesos cuesta, 5 pesos le vale…bla bla bla”. De la risa que nos dio, no pudimos evitar unas ruidosas carcajadas que terminaron, como no, con la compra de un huevo, animando a los próximos a comprar uno.

En el DF he estado 3 semanas que me permitieron hacerme una breve idea de cómo moverme en transporte público, pesero, metrobús, metro, taxi.

De las pocas recomendaciones que les puedo dar es, pierdan la paranoia y calculen siempre 30 minutos demás en su trayecto previsto.

Fui a comprar al mercado, al súper, al más caro y al más barato y así hasta encontrar el punto en la economía familiar.

Un par de veces a la semana salí a correr por el campus de la UNAM.

Contacté con un increíble neurópata-fisioterapeuta que me visitó unas 4 veces y consiguió rebajar mi dura actividad cerebral por segundos.

Vaya, que hice de marujón y de turista a la vez. Nos encontramos con Ferran i Mireia que andaban de viaje mexicano y nos alquilamos unas trajineras en Xochimilco; degustamos el pulque, comimos en el mercado unos deliciosos tacos y acariciamos la actividad nocturna de Coyoacán.

Con Rían visitamos el museo de antropología, recorrimos el centro, el bosque de Chapultepec, nos divertimos con la luche libre y bailamos con los mariachis de la plaza Garibaldi. Descubrimos juntos rincones de Roma norte, paseamos por la Rosa, San Ángel, Coyoacán donde que tuvimos un encuentro fortuito con Gemma de las Hildegards y su gemelica.

Disfrutamos y vivimos el defectuoso. Hoy, apenas hace unas horas, nos despedimos en un mar de lágrimas en el aeropuerto. Fueron unos días muy intensos de subidón, bajón, tristeza, felicidad y sobretodo de mucho amor, cariño y complicidad.

Ri, cariño, nos vemos en Diciembre…

Next stop Costa Rica.

Os echo de menos pero tanto como para volver.



domingo, 21 de agosto de 2011

Welcome to chiapas







Nuestro primer destino de Chiapas era Palenque. Tristes de dejar el mar caribe pero con ansia de llegar a la selva chiapaneca. Agarramos un ADO platinum, compañía de bus recomendada al 100%, en la estación central de Tulum, 12 horas de bus que sobrellevamos con mucha dignidad.
Palenque es un sitio de paso, o así lo interpretamos nosotros, hacia san Cristóbal de las Casas. Nos alojamos en unas cabañas preciosas en medio de la selva en un pueblecito llamado el Pachan, punto medio entre Palenque centro y las ruinas de Palenque. Básicamente un punto de encuentro entre mochileros, con un buen par de bares donde poder cenar y echar unos bailecitos con ritmos latinos. Yo lo vi desde la lejanía, el baile es una de mis asignaturas pendientes. Un guía oficial excedía nuestro humilde presupuesto pero tuvimos la suerte de poder acoplarnos a una familia del DF y compartimos un guía no oficial por 350 pesos, 50 por cabeza. Iniciamos la visita adentrándonos en el corazón de la selva. Sofocones de calor entre una vegetación exuberante y repleta de ruidos extraños, de esos que más vale oírlos de lejos. La visita fue agradable y entre bromas fuimos penetrando en la historia y costumbres de la civilización maya.
Al salir, fuimos en búsqueda de unas pequeñas cataratas que fueron un regalo extra, refrescante en todos los sentidos. Poco más hicimos el resto del día, una buena siesta, una cervecitas a media tarde y una cena acompañada de música en directo. A día de hoy estamos convencidos de que las ruinas y la selva nos impresionaron, y las cabañas en las que nos alojamos (ed&Margaritha) fueron las mejores de todo el tour mejicano.
San Cris era el último destino de nuestra ruta. Hicimos base en un hostalillo a muy buen precio en el centro. Llegamos hacia las 19h, así que aprovechamos para darnos una vuelta y acariciar tímidamente el ambiente nocturno en un concierto de soul en La Catrina, un garito buena onda. El primer día quisimos aprovecharlo para pasear por los 3 andadores del pueblo, el mercado de artesanías y, así, centrarnos en las próximas salidas cercanas que teníamos previstas.
San Cris es una pequeña ciudad en la que se respira algo especial. Es muy fácil moverse, es relativamente económico y puedes ver 15 conciertos en una noche, siempre que tu hígado te lo permita. Además sirve de base para un sinfín de excursiones, las que nosotros seleccionamos fueron: el cañón del Sumidero y Chiapa de Corzo, San Juan Chamula y Zinacantan.
Nos estrenamos en el cañón. Es un espectacular paisaje en el corazón de Chiapas. La leyenda cuenta que los hogareños saltaron de las alturas del mismo ante la conquista de los españoles. Dimos un paseo en barca entre cocodrilos, nos maravillamos con la cascada en forma de árbol de navidad, con las enromes paredes de hasta 1000 metros de altura y la gran cantidad de bichos, monos, pajarracos, etc. Terminamos la excursión con una visita a la iglesia de Chiapa del corzo y volvimos para San Cris.
Al día siguiente decidimos visitar una de las comunidades de la zona, San Juan Chamula. Para que os hagáis una idea, está prohibido hacer fotos en cualquier parte del pueblo. Su principal atractivo es la iglesia. En ella encontraréis los diversos santos adornados con miles y miles de prendas de miles y miles de distintos colores y curanderos que sanan dolencias. Vimos el sacrificio de 2 pollos negros y a gente que veneraba sus bebidas, incluyendo la coca-cola. En fins, un sitio para ver un punch de realidad local pero un servidor y Ri opinan que, en cierta manera, la visita puede llegar a ser una invasión brutal a sus costumbres y ritos.
Zinacantan es un tanto más permisiva en cuanto a fotos, pero en resumen es un poco más de lo mismo que San Juan Chamula. Nosotros dividimos las excursiones en 2 días pero un día entero es suficiente para ello. Aunque nosotros no teníamos prisa.
En San Cris os recomiendo el café Revolución para unas cerves y música en directo. El Madre Tierra para comer o cenar y visitar sus tiendas zapatistas interiores. No puede faltar comer un elote a la brasa, solo con limón y sal; y chile para los más atrevidos. Pueden acompañarlo de una bolsa de papas fritas aderezadas con salsa valentina y saborearlo en la plaza del ayuntamiento con la banda de turno, bailen con su chica o disfruten del encantador ambiente.
Hab doble baño compartido 200 pesos
Birra más trozo de pizza 15 pesos
Tour cañón del Sumidero 250 pesos
Entrada iglesia San Juan Chamula 20 pesos por pax
Menú madre tierra 60-85 pesos
Guacamole 50 pesos
Cerveza 25-35 pesos

Os echo de menos pero no tanto como para volver.
Love
Willy

domingo, 14 de agosto de 2011

En búsqueda de la tortuga gigante y arrecifes caribeños








TULUM:

Salimos de la cabaña de Holbox pronto, a las 6h30 el despertador nos estaba dando el toque de queda.

Teníamos que coger un ferry hacia Chiquilá y agarrar un autobús hasta Cancún y de ahí otro bus, un camión como dicen por estos lares, que nos llevaría a nuestro nuevo paraíso: Tulum.
Andábamos la Rigui blues band cantando, “a Tulum, nos vamos a Tulum, chá chá chá”. Felices, sonrientes, expectantes y con ganas de nuevas aventuras.
El viaje fue milimétrico, solo 30 minutos de espera en la estación de autobuses de Cancún que aprovechamos para arreglar cuentas y sacar unos pesos en un cajero Banamex.
En Tulum, fuimos a parar en una pensión de buena onda, cocina comunitaria y mochileros repletos de info que nos podría servir de mucha ayuda. Disponíamos de servicio de bicicletas. Rústicas, sin frenos, deshinchadas; vaya, un cisco de bicicletas. Aún así nos agenciamos con un par y nos fuimos directos a la playa.
Era tarde, aproximadamente las 18h30, el sol iba de bajada y por un segundo me entró la paranoia. Dudaba de la seguridad hasta de las hormigas de la carretera. Cariño, cuidado este ha puesto el warning; ojo con este que tiene mala pinta etc etc etc. Vi peligros ahí donde no los había.
Fuimos a parar a unas cabañas privadas a pie de playa. 3 días más tarde, la casualidad nos llevaría a dormir en ellas con Hurón y Silvia una noche.
Ya de vuelta, mientras un servidor sofreía unas verduras con todo el amor del mundo, una cucaracha de tamaño considerable se aventuró a recorrer todo mi cuerpo hasta que Rían de un golpe la hizo saltar. Esta, entre otras pequeñeces, hicieron que al día siguiente nos cambiáramos de hostel.
A la mañana siguiente nos preparamos un suculento picnic y nos fuimos decididos a disfrutar de la mañana en el cenote cristal. Fue tal cual nos habían contado: agua cristalina y un bello espacio en el que disfrutar de un mediodía en familia. Saltamos de una liana, nadamos, conversamos con la gente del pueblo, en definitiva más de lo que andábamos buscando.
Del cenote nos fuimos directos a la playa por 40 pesos en un taxi. Alucinamos con el contraste entre el color turquesa del agua y el color blanquinoso y el tacto de la arena. Dimos al clic de la cámara tratando de reflejar tan magnos colores, aunque, sin duda, la mejor de las fotos es aquella que se mantiene en la retina de tus ojos.
Seguíamos hambrientos de aguas turquesas así que nos fuimos para Akumal, una excursión que nos habían recomendado unos canadienses que conocimos en Holbox. La emoción nos desbordaba por segundos y no fue para menos. Dudo que se nos olvide la postal que se nos plantó en nuestros morros.
Nos armamos con las gafas y el tubo. Seguimos de lejos los tours organizados para localizar el arrecife, si señor ¡!! Nadamos con miles de peces de distintas formas y colores, jugamos tímidamente con tortugas gigantes e hicimos la siesta debajo de un cocotero.
Avanzada la tarde nos sorprendió una infección de orina de las gordas y tuvimos que ir al hospital de Tulum, precio a parte. Conseguimos que nos rebajaran a la mitad el coste inicial gracias a mis constantes quejas…imagínense… ¿regatearon el precio en un hospital alguna vez? Acá había que hacerlo; hay que decir a su favor que nos trataron de maravilla y solventaron el problema sin exceso de demora.
Por la mañana Rían parecía haber mejorado notablemente, aunque ya saben que una infección es dolorosa y muy molesta, y más aún cuando uno está tan lejos de su casa.
De todos modos nada nos impidió disfrutar de nuestro tercer día en Tulum. Teníamos pendiente la visita a las ruinas. El sol, como de costumbre, abrasaba, así que aprovechamos cada una de las sombras que los árboles nos brindaban con cariño. A mitad de recorrido tienes la posibilidad de pegarte un buen baño en la playa así que, como comprenderéis, no desestimamos la oportunidad.
Al terminar fuimos para un chiringo de la playa. Recuerdo este, como uno de los mejores momentos del viaje. Pasamos el resto del día apalancados en una hamaca, durmiendo de buena onda, charlando con la gente que iba y venía; sin más, relax entre aguas turquesas y palmeras caribeñas mmmmmmm un lujazo en toda regla.
Por la noche nos encontramos con Hurón y Silvia que estaban de viaje de bodas; planeamos un diving en el cenote Dos Ojos. Ellos dos y Rían harían snorkel y un servidor una doble inmersión.
Todos lo pasamos en grande; yo disfruté de lo lindo en la oscuridad de los túneles sumergidos entre formaciones estrafalarias; mientras los demás andaban disfrutando de lo lindo en la superficie de unas aguas, literalmente, cristalinas.
Para terminar nuestra andadura en el caribe, nos pusimos de acuerdo con Hurón y Silvia y nos alquilamos una palapa a pie de playa; lo único que me falló fueron los precios excesivos y el extra de tourist que tenía el sitio. Por lo demás, cena, dormir, desayuno, playa, siesta, baño, siesta, comida, siesta, playa, y así hasta despedirnos definitivamente del caribe.
Os echo de menos pero no tanto como para voler.
Love
Willy

viernes, 5 de agosto de 2011

Mumy, mumy, mumy...

A prácticamente 3 meses del entierro de mi madre apenas soy capaz de hablar de ella en pasado.
Tengo un padre en presente y una madre en pasado. Un padre que me espera a la vuelta y una madre que yace en mis recuerdos.
Mi madre, de alguna, o mejor, de todas las maneras posibles, continúa presente en cada uno de mis pasos, preocupaciones, insolencias, alegrías y malestares. Sigue conmigo entre fogones, aconsejándome sobre el tiempo exacto de cocción de la cebolla caramelizada, de mis nuevas recetas con chile picantoung y de todas las que aprendí a su lado. Permanece ahí, como si de un susurro se tratara, una voz dentro de mis entrañas que sigue guiándome y rescatándome cuando me traslado hacia el lado oscuro o, simplemente, haciendo de madre, sufriendo en silencio, sin ni siquiera parpadear un milímetro por cada uno de los pasos que su hijo, su pequeño predilecto, da, hubiera o hubiese peligro o no a la vista.
La echo mucho de menos, egoístamente la necesito a mi lado.
Entiendo la muerte como parte del proceso vital; no creo ni en el más allá ni en el más acá, ni en reencarnaciones ni fenómenos parecidos.
La muerte de mi madre la viví al milímetro, la palpé, la sudé, la lloré y la sigo llorando por las noches. Desde que inicié mi aventura ya van dos ocasiones en las que aparece en mis sueños y me despierto en un mar de lágrimas.
Entiendo y comprendo la muerte pero no siento estar preparado para convivir con ella; sin ella.
Suerte la mía, la nuestra. La de Andy y mi padre. Suerte de poder afrontarlo con cierta naturalidad, de poder despedirme de mi madre, decirle te quiero y te echaré de menos mumy, no se si lo conseguiré pero seguiré intentándolo. Suerte de luchar con ella hacia el final, hacia lo más digno que supimos y lo mejor que nuestras fuerzas nos dejaron.
Suerte del apoyo que recibí de muchos, y de todos los que nos acompañaron en el durísimo camino hacia el corredor.
Como dije no creo en el más allá. Pero si tengo que imaginarme a mi madre, no puedo evitar hacerlo de la siguiente manera. Me la imagino con un vaso lleno de Wisky, 4 cartones de BN, una reserva inacabable de agua de Vilajuïga y jugando al solitario en algún lugar paradisiaco. La banda sonora sería el Serrat, y es que hoy puede ser un gran día a pesar de que ya no estés.
Os echo de menos, pero no tanto como para volver.
Love
Willy