sábado, 5 de noviembre de 2011

Es tiempo de hacer balance.



Llevo 11 aviones, unas cuantas decenas de buses, algunos barcos y muchos kilómetros andados. Hasta ahora he cruzado 7 fronteras: México, Costa Rica, Panamá, Colombia, Perú, Bolivia y Nicaragua por orden cronológico. Estos datos son solo el principio del balance de mis últimos 4 meses de ruta por las Américas. Las siguientes líneas no son alardeo de fanfarrón, sino el relato de alguien que huyó en búsqueda de nuevas historias que poder contar a sus nietos, un enfermo que salió en búsqueda de paraísos que curaran algunas de sus penas y siguieran alimentando su sonrisa. Amigos, me convertí en un loco recolector de anécdotas, sensaciones y vivencias.
A día de hoy sigo sintiendo la misma excitación cada vez que armo mi maleta, ¡y la hago por lo menos unas 3-4 veces por semana! La sigo viviendo cada vez que cambio de ciudad, de país o incluso de hostal.
Por vez primera siento que esto ya termina, crucé hace un mes el ecuador. Aún con 2 meses por delante, con una Toña en mis manos, solo en Managua y a pocas horas de recoger a Rían en el aeropuerto, pensé que sería un buen momento para hacer balance de lo ocurrido en los últimos meses de mi viaje.
Es la primera vez que cruzo el charco, tengo una bonita colección de sellos en mi pasaporte. En estos meses me he sentido feliz, triste, enfadado, afortunado, aventurero, capaz, solo, acompañado, perdido, encontrado y reencontrado. He viajado un tercio del viaje con Rían, otro con Andy y acompañando puntualmente por Martí y Tria y ahora me queda la última parte, solo.
Llevo 4 meses fiel a mi Moleskiner, transcribiendo cada coma y repitiendo cada párrafo en mi blog para compartirlo con los que más quiero, con vosotros.
En estos 4 meses nadé en el caribe mexicano, costarricense, panameño y colombiano; en el pacífico de Costa Rica y en unas 4 bellísimas cascadas. He nadado, también, entre tiburones y hasta he pescado uno de ellos. Anduve por los andes peruanos y bolivianos. Visité 2 de las 7 maravillas del mundo: Machu Pichu y el lago Tiqui Taca. He trotado en caballo por el valle de Cócora y por los desérticos paisajes de Tupiza. He nadado en un lago en la cima del cráter de un volcán -el del Cerro Chato en Costa Rica. Me bañé en unas termas naturales a 5000 metros de altura en Bolivia. Me he vestido de minero en la ciudad más alta del mundo. He bailado con tormentas que jamás imaginé que podían caer del cielo. He contado estrellas y he viajado por la Vía Láctea. He catado miles de platos nuevos: gallo pintos, ceviches, ocas, camotes, etc. He comido en comedores humildes y en asadores que alardean ser el mejor del mundo. He perdido ya la cuenta de las puestas de sol, desde las mexicanas a las colombianas. Ya no se en cuántas camas he dormido, cuántos hostales he pisado ni cuánto dinero me han robado entre comisión y comisión.
He conocido decenas de viajantes y me han entrado en el corazón otros. He conocido nuevas formas de vivir, pensar e interpretar el mundo.
Me he descolocado y recolocado cientos de veces. He soñado cosas extrañas, he tenido miles de veces un mismo sueño repetitivo en el que le diagnosticaban a mi madre su último día de vida, cada vez de diferente modo pero con el mismo mar de lágrimas al despertar. Cientos de veces he pensado en qué quiero ser de mayor y aún no he logrado una respuesta. Alguna vez me he sentido lejos de casa, he echado mucho de menos mi Barcelona querida y he sentido que los puntos cardinales se entremezclaban produciendo, en alguna ocasión, sensación de vacío y perdida. Por suerte he sentido amor, complicidad conmigo mismo, he sentido compasión, entendimiento y me permití toda sensación. Lo mejor es que Rían y Andy que me aguantaron la mayoría de tiempo, estuvieron siempre a mi lado y, por qué no decirlo, yo con ellos.
Hoy es mi primera día en Nicaragua, a la espera de 4 días de dulzura, amor y carantoñas con Rían. Amigos, queridos…Joe’s…empieza una nueva parte de mi viaje. Tengo un mes y medio de ruta conmigo. El camino previsto es Nicaragua, Honduras, Guatemala y México. Sin estrés y con mucha calma. En unos le dedicaré mucho tiempo y en otros bien poco.
Sin plan, sin agobios, pero con miedo a lo que viene. Miedo al miedo. Y es que, amigos, les echo tanto de menos que no podrían ni imaginarlo…pero por el momento aún no quiero volver. Hagan el favor de venirse ustedes y compártanlo conmigo. En caso de que no puedan arreglárselas con el trabajo o su economía no se lo permita…vayan guardando unas lonchas de jamón, un buen quesito, un vermut, un buen vino y un poco de cava…todo en su buena medida, ¡que la vuelta hay que festejarla! Vendré arruinado así que les propongo un trato: ustedes ponen la comida y yo se la cocino y les alegro la tarde enseñándoles fotos y contándoles historias; luego se las pueden relatar a sus nietos...eso ya no es cosa mía.
Les echo mucho de menos pero no tanto como para volver.
Love
willy

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