lunes, 14 de noviembre de 2011

Lago Titicaca. Camino a Bolivia.











El lago Titicaca divide Perú y Bolivia, es el lago del mundo situado a más altura. En Perú dicen titi para Perú y caca para Bolivia, chiste fácil, sí.
La puerta de entrada al lago es la ciudad de Puno. Esta tiene poco más que ofrecer a parte del tour a las islas. Nosotros decidimos hacerlo por nuestra cuenta y nos salió perfecto.
La primera parada son las extra turísticas, pero no por esta razón menos interesantes y exóticas, isas de Uros. Un conjunto de islas artificiales construidas con un material cuyo nombre se me pasó por alto. Tienen un largo de unos 25-50 metros de diámetro y están todas habitadas. Son islas casi auto gestionadas, con idioma mater quechua. Sus habitantes viven prácticamente del turismo que acude en masa, atraídos por los estrafalarios habitantes y su diferente forma de vida.
Desde allá continuamos con nuestra barca hacia la isla Amantaní. Allí nos esperaba la familia que nos acogería durante un día entero.
En nuestra casa no había electricidad, ducha ni cualquiera de esos básicos en los que podamos pensar. El baño más próximo quedaba a unos 50 metros… solo para que se hagan una idea.
Viven con menos del mínimo de nuestras comodidades; por eso mismo se generan menos necesidades.
Bajo mi punto de vista, viven con mucho menos y están infinitamente menos preocupados y mucho menos estresados. No me atrevo a utilizar el término felicidad, ni tan solo creo en que sean más o menos felices. Es un término taaaaan relativo y yo…un ciudadano de a pie…sin licencia para tal, nunca me atrevería a realizar un mal uso de esa palabra.
El hombre de la familia es quien nos acompañó y nos guió por la isla durante toda nuestra estadía e hizo de maestro de ceremonias. La mujer fue la que nos preparó las delicias locales en su rústica cocina de fuego a base de diversos vegetales, tales como la quinua, oca y diversas patatas.
Para que se hagan una idea, comen durante todo el año lo que producen sus tierras y solo prueban la carne en ocasiones muy especiales, unas 3 veces año. En la comunidad solo existe una familia con televisión y ni que hablar de internet. Su principal fuente de ingresos proviene del turismo. En la isla viven con el ritmo solar. Uno se levanta con la salida del sol y se acuesta con la puesta.
Por la mañana a las 5h30 nos esperaba un anciano para leernos el futuro con hojas de coca. Por lo general no creo en la “futurología” aunque sí tengo mucho respeto por estos ancianos y chamanes de conocimientos ancestrales; esa fue la principal razón por la que quise probar suerte. Sobre todo la idea era ver la parafernalia usada. Debo reconocer que sentí canguele ante la incertidumbre de mis próximas páginas en blanco.
Según él tendré mucha plata y un buen trabajo pero Rían no anda por la labor y tiene la mirada puesta en otro maromo…grrrrrrrrrrrr nooooooooooooooooooooooo.
De Amantaní fuimos para Taquile, subimos para el mirador y ya.
Amigos, aquí concluyen nuestras aventuras. Un país del que nos faltó mucho por ver, un país que seguro volveremos a pisar y, entonces, descubriremos algunos de los paraísos que nos faltaron por ver.
Les echo mucho de menos pero no tanto como para volver
Love
Willy

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